Se dice que no se debe juzgar un libro por su portada. Sin embargo, la historia de Ruth y Andrea impacta incluso antes de ser contada: ya sea por las majestuosas colinas de Prosecco, la energía y el encanto de la naturaleza que las rodea, las vistas serenas y acogedoras, o por su proyecto de vida, forma y sustancia, en el que parecen coincidir perfectamente.
Our Rustica es una casa lista para hospedar a personas de todo el mundo, una escuela de cocina, una preciosa oportunidad para quienes desean vivir una experiencia única y satisfactoria.
Han pasado nueve años desde que Ruth, una diseñadora de moda, y Andrea, un cocinero italiano, eligieron construir su nido de amor en San Lorenzo, un anejo de Vittorio Veneto, en una zona repleta de bosques, prados y viñedos.
El proyecto de Ruth y Andrea en constante evolución y de un hogar de una pareja joven pasó a ser un B&B y escuela de cocina: tras cuatro años de reformas llevadas a cabo con casi total autonomía, estudiando y viendo tutoriales, Ruth y Andrea, que entretanto se convirtieron en padres de Jasmine, se dieron cuenta de que dicho lugar merecía ser compartido.
Compartir ha sido uno de los motores desde el primer día, desde el primer ladrillo, desde la primera semilla plantada en el huerto de casa. Our Rustica es el resultado del trabajo grupal de personas de todo el mundo que, gracias a la plataforma Workaway, han puesto a disposición sus virtudes a cambio de alojamiento y comida: un intercambio de habilidades, emociones y experiencias que permitieron dar forma a la idea de Ruth y Andrea, partiendo desde los cimientos. También hubo quienes se redescubrieron o recuperaron valores que temían haber perdido: Philip, por ejemplo, un paisajista inglés que recorrió el mundo en su bicicleta, pretendía quedarse una semana y en cambio, se quedó 3 meses, ayudando a construir la leñera y redescubriendo el valor de la amistad y el amor.
Crear lazos especiales con las personas es el secreto de esta familia. Es fundamental conocer íntimamente a los huéspedes y sus hábitos, anticiparse a sus deseos y captar los matices de cada personalidad: comprender a partir de un correo electrónico las necesidades y expectativas de quienes nos escriben desde América, China, Japón, Nueva Zelanda, Australia, Suiza o Brasil para participar en un curso de cocina y prepararse para recibirlo de la mejor forma, es uno de los talentos de Ruth y Andrea, una demostración de sensibilidad que repercute en todo lo que hacen.
Los huéspedes siempre vuelven, con la misma ilusión de aquellos que vuelven a casa después de un largo viaje. Con sus clases de cocina, Andrea, profesor paciente y gran oyente, guía a los participantes en el descubrimiento del territorio, los acompaña para conocer las empresas y productos locales, además de compartir recetas, ideas y momentos cotidianos. Con su estilo y su energía contagiosa, Ruth crea el ambiente perfecto para una experiencia íntima, relajante y familiar, compartiendo cada día ese acogedor nido de amor del que todo surgió.